Si echamos la vista atrás en nuestra historia, seremos conscientes de que cada siglo ha impuesto unos cánones de belleza que, de una manera casi obligatoria, había que cumplir porque eran sinónimo de éxito.
Esos cánones, reconozcámoslo, han sido siempre mucho más exigentes con las mujeres que con los hombres; corsés, fajas reductoras, maquillaje a todas horas, delgadez (extrema en muchos ámbitos) y la dichosa batalla en contra del vello, son solo algunos ejemplos de las dictaduras de la moda.
La imagen sabemos que es muy importante y que, por mucho que ahora se haga alarde de lo "polite" y de la falsa falta de prejuicios, abre puertas en los campos del trabajo, las relaciones, las amistades y, por supuesto, el sexo.
Pero, por suerte, paralelamente a este desarrollo y esta obsesión que hay en torno a la imagen, han ido desarrollándose otros movimientos de equidad e igualdad que están llevando a muchas mujeres a rebelarse y a rechazar ciertos patrones que se han ido imponiendo.
¿En qué momento y quién decidió que las axilas y las piernas de un hombre podían lucir vello y las de las mujeres no? Suponemos que la publicidad y la industria cosmética han tenido bastante que ver.
Pero, es a principios del siglo XX, cuando las mujeres empiezan a lucir los vestidos sin mangas que se pusieron de moda y los anunciantes comenzaron a enfocarse en el vello de las axilas de las mujeres, alentando a las mujeres a que se lo quitaran.
Con el acortamiento de las faldas, irremediablemente empezó a "insinuarse" que tampoco era apropiado lucir pelos en las piernas.
En la década de los 50, después de lo que parecía ser simplemente una moda creada por la publicidad, la depilación se convirtió en una norma social que duró décadas y que solo se saltaban las hippies.
En 2018, Laura Jackson, harta de que la sociedad le dijera cómo debería verse su cuerpo, creó el movimiento "Januhairy" (January + hair) mediante el cual animó a las mujeres a deshacerse de las cuchillas de afeitar durante el primer mes del año y a compartir sus velludas fotos en las redes sociales.
La idea cuajó, y cada año comienza con una invasión de mujeres en las redes que lucen naturales y orgullosas su vello corporal y relatan la esclavitud que supone tener que estar siempre "perfecta" para los demás; no creemos que sea menos feminista o menos reivindicativo depilarse, pero sí estamos totalmente a favor de que exista la opción de no hacerlo.
Amor propio, naturalidad, libertad y realidad son palabras que usan la mayoría de ellas en sus discursos y es que, no tenemos dudas, donde hay pelo, hay alegría y ahora también hay lucha.
fuente: cultura inquieta
Nombra la lucha, pero no puede ni soportar depilarse. Solo actuación.
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